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Capítulo 7: Una lluvia de confesión

Actualizado: 15 abr


En tu día, prometo jamás abandonarte.

 

Capítulo 7: Una lluvia de confesión.

 

 

Estaba claro que algo debía hacer con sus sentimientos. Necesitaba tomar una decisión: seguir adelante o detener toda ésta locura. Para ello contaba con un par de horas. 

 

****

“Al diablo todos los prejuicios” es lo que quería gritar, pero en vez de eso estaba de pie mirando el monumento a los caídos el día que el Kyubi atacó la aldea.


— ¿Qué debería hacer? — dijo para sí mismo — ¡Por todos los cielos Kakashi! sueno como un pre-adolecente que intenta confesarse a su primer amor.


Llevándose una mano al cabello decidió que esto no debía seguir así. Sus intenciones en un principio eran no decir nada, porque de confesar lo que esta flama en su interior ya estaba iluminando y que al final todo fueran sentimientos unilaterales, pondría a la Haruno en una posición incómoda a tan sólo unos días de su cumpleaños, pero eran esas señales que, con su ojo experto, sus años bien vividos y su experiencia le decían que a ella no le era del todo indiferente.

El encuentro en Ichiraku se dio sin retraso. La comida ayudó a relajar la tensión invisible que se creó entre ellos dos al momento de sentarse sobre los taburetes. Ella le contó sobre su misión en el País de las Olas y él le escuchó con más interés de lo normal para un tópico tan neutral como lo eran las misiones de ayuda y rescate. Después de que Kakashi pagará he insistiera en hacerlo aun sin haber consumido nada, puesto que comer allí fue su idea, ambos arrancaron sin rumbo por las calles llenas de peatones.


La brisa seguía soplando con enojo y las nubes en lo alto se agrupaban con sus vientres grises y púrpuras advirtiendo del aguacero que caería pronto. Con todo y amenaza ninguno de los dos mencionó la idea de volver a casa y refugiarse. Kakashi hizo algunos comentarios sobre su tediosa faena con el papeleo y sobre los nuevos shinobi que no llegaban a entender que detalles tales como: cuántos takoyaki comieron durante la misión, no eran relevantes en lo absoluto.  


— En uno de los reportes, alguien escribió acerca de cuántas latas de comida para gato debió de comer porque las confundió con sus suministros para la misión — dijo Kakashi llevándose una mano por detrás de la cabeza y mirada al cielo.


Sakura soltó una carcajada.


— La comida para gato no es tan mala, esta tiene más nutrientes que todos los ramen instantáneos que Naruto siempre llevaba consigo. 


— En eso te doy la razón.


Ambos se sonrieron el uno al otro y en eso la primera gota cayó aterrizando sobre la nariz de Sakura.


— Creo que el mal clima del país de Las Olas nos ha alcanzado. Deberíamos buscar un refugio.

Ambos apretaron el paso y mientras buscaban un resguardo el agua se derramó sin más preámbulos. En el azogo por buscar un tejado ambos terminaron refugiándose en un pequeño templo. Una caja de madera donde y apenas cabían los dos apretados el uno contra el otro. Sakura estaba completamente empapada, las gotas corrían por su rostro algo ruborizado. Kakashi vio como ella en vano intentaba escurrir el agua de sus ropas, su mirada viajó rápidamente de abajo hacia arriba, la parte de arriba se le adhería a su contorno, moldeando sus pechos y su delgada cintura. Avergonzado de su comportamiento él decidió voltear la mirada hacia la dirección opuesta. Fue entonces cuando la kunoichi tuvo su oportunidad de apreciarlo. Las gotas resbalaban de las puntas de su cabellera plata. Con el rostro ladeado se apreciaba como otras gotas se arrastraban por su sien hasta morir en la máscara.


Sin decir palabra alguna, ambos miraron la musaraña a lo lejos, con ninguna esperanza de que la lluvia amainara. Sakura estornudo y eso puso en guardia a Kakashi quien se quitó el chaleco y lo colocó sobre sus hombros.


— El chaleco por dentro está seco, espero que no contraigas un resfriado, en tres días es tu cumpleaños y sería una pena que te enfermaras.


Sin el chaleco y las manos en los bolsillos su apariencia era más normal. Más como un hombre y menos como un ninja.


— No creo que me enferme, pero agradezco el gesto.


Sakura cruzo los brazos frente a ella, para mantener el chaleco sobre sus hombros, para luego colocar unos mechones de su frente detrás de su oreja. Las gotas resbalaban por su rostro y cuello, Kakashi vio todo aquello con detalle, sus manos dentro de los bolsillos se apretaron para mantener a raya el impulso de tocarla.


—La lluvia siempre me pone melancólica — dijo Sakura quien veía con la cabeza alzada el cielo —.  Quizás sea sólo mi impresión, pero la lluvia me trae recuerdos tristes.


— ¿Y qué recuerdos te trae en este momento? —más que pena la pregunta transbordaba un tono de curiosidad.


En su fuero interno estaba batallando por decir algo que no debía de decir. No estaba melancólica por lo ocurrido con Sasuke, o con la vergüenza por su partida y actitud hacía Kakashi. Esta vez era diferente, en su pecho crecía una ansiedad que únicamente era dominada por prejuicios que ella misma había creado en su cabeza. Era una batalla entre su razón y su corazón. Tenía ganas de gritar y llorar a la vez, como si de una niña se tratara. Qué podía decir o hacer para calmar ese deseo de saltar como un resorte y gritar sus sentimientos, esos que hacía unos días como un capullo de rosa brotaron sin darse cuenta. Estaba muerta de miedo por no saber qué sería de ella si era rechazada.


— Esta vez no me trae un recuerdo en específico — llevando una mano al pecho prosiguió —, pero me da un dolor aquí.


Kakashi apretó los puños aún más fuertes. Quería abrazarla, el impulso por protegerla entre sus brazos era tan intenso que sin darse cuenta salió del apretado refugio y dejó que la lluvia le calmara un poco.


— ¿Qué está haciendo Kakashi-sensei?


Él se dio la vuelta para verle a la cara, si no fuera por la máscara estaba seguro que ella notaría sus mejillas enrojecidas.


— ¿Se encuentra bien? —saliendo del resguardo Sakura intentó posar una mano sobre la frente de él, pero sin dejarla hacerlo, Kakashi dio un paso hacia atrás en un reflejo de miedo a ser descubierto.


Entre cohibida, apenada y decepcionada Sakura flexiona el brazo atrayendo su mano cerrada en un puño hacia su pecho. 


—Pensé que quizás se había resfriado y es por ello que quería tomarle la temperatura —explico esquivando la mirada.


—Lo siento, lo siento —intento sonar apenado y compuesto —, pero ¿qué te hizo pensar que estoy resfriado?


—Es que puedo ver que los pabellones de sus orejas estar enrojecidos.


Después de todo ella era la mejor estudiante de Tsunade- sama. El detalle de sus orejas no iba a pasar desapercibido por un médico cansado de ver a decenas o centenas de personas con resfriados. 


—No estoy resfriado, de eso no te preocupes. Es que me tomaste por sorpresa, yo suelo esquivar a cualquiera que se acerque a mi rostro —Su mano se fue directo a su nuca para dar la apariencia de estar relajado. 


Ella dio un suspiro de tranquilidad, de verdad pensó que él no quería ningún contacto con ella.


— ¿Kakashi-sensei, alguna vez se quita la máscara?  


Ella lo veía con aquellos brillantes jades, su rostro había pasado de melancólico a uno expectante y curioso. Fue entonces que él supo lo que debía hacer.


— ¡Claro! Cuando me baño, cuando como y cuando hago esto— sin agregar nada más, bajó su máscara con un dedo y la beso.


La lluvia caía sobre la espalda del jounin quién se había arqueado sobre ella. Cinco segundos de duda cruzó por la mente del hombre y cinco segundos de desconcierto por la de la mujer. El chaleco resbaló por los hombros de ella al momento de alzar las manos y agarrar con ellas el rostro de Kakashi, quien a su vez no dudó en sujetarla por la cintura para alzarla del suelo y pegarla contra su pecho. Estaba pasando, aquello era una aceptación. Ambos compartían recíprocos sentimientos.


El beso avanzaba lento, ambos se separaban por momentos para respirar y luego volvían a la faena. Él entrelazo su lengua con la de ella, el rose causaba un escalofrío a lo largo de su espalda. Sakura percibió la fragancia masculina que lo envolvía, era una mezcla entre el agua de lluvia y de bosque, no era un perfume, era algo más intrínseco, era la marca y esencia de Hatake Kakashi. Al separarse para verse a los ojos, un delgado hilo de saliva secuela del beso colgaba entre sus labios.

Ninguno dijo nada, permanecieron viéndose el uno al otro. El ojo izquierdo de Kakashi permanecía cerrado, las gotas resbalaban sobre su rostro, sus labios eran tenuemente rosa, su barbilla y nariz mostraban una finura probablemente heredada de su madre. Un lunar que no pasó desapercibido sobre el lado izquierdo de su barbilla le causó una tenue sorpresa a Sakura. Si alguien quisiera describirlo, en una palabra, diría que él era un hombre apuesto.


— ¿Y? — Inquirió Kakashi sonriendo tenuemente — ¿Qué opinas?


—Bastante agradable— respondió ella tragándose todos los halagos que realmente quería decirle.


— ¿El beso o mi rostro?


Sakura abrió la boca, pero no supo qué decir, su rostro se ruborizó hasta las orejas. El jounin comenzó a reírse entre dientes mientras la dejaba sobre el piso. Separándose de ella echó la cabeza hacia atrás y dejó que la lluvia refrescara su rostro que también estaba ardiendo debido al beso.


— Mis años de ninjas me han vuelto insensible a múltiples situaciones. No soy un cobarde y mucho menos indeciso— bajando la mirada para volver a verla agregó: —, pero tú me tienes como un adolecente que no sabe qué hacer con estos sentimientos. Yo sé que fui tu maestro, y que nuestras edades son realmente diferentes, pero debo de confesarte que me gustas Sakura.


Sus ojos estaban cerrados mientras sonreía de manera cálida y afable.


— ¿Aceptarías salir conmigo?





Sus manos yacían en los bolsillos, su cabeza estaba ladeada, sus cabellos comenzaban a caerle sobre la frente por lo mojado. Con el rostro al descubierto Kakashi daba la sensación de ser otra persona, una que deseaba mostrarle a ella. Su verdadero yo. No el ninja, no el maestro, no el compañero, sino el hombre que estaba enamorado de ella.


Sakura se llevó una mano a los labios al escuchar aquella pregunta. No es que estuviera atónita, pues sus sentimientos al igual que los de él estaban mezclados como las nubes en ese momento. Por lo tanto, no, ella no estaba sorprendida, estaba halagada. Llevaba un tiempo pensando en el Hatake, lo comenzaba a ver como un hombre en el que podía confiar ciegamente. Él le transmitía una seguridad y tranquilidad que llevaba años anhelando tener.


—Sí. susurro y al mismo tiempo asentía — Sí, me gustaría salir contigo Kakashi-sen… —hizo una pausa dónde mostró una sonrisa adorable —Kakashi-san.

 

****

 

Kakashi abrió la puerta y se despojó de su calzado. Sakura entró al apartamento, estaba calada hasta los huesos por la lluvia. Dejó el chaleco en el suelo que le había servido de tapadera mientras corrían hasta el apartamento del jounin porque se encontraba más cerca.


—Te traeré una toalla —partiendo por el pasillo y cruzando a la izquierda dejó a Sakura sola un instante.


Ella no se atrevió a moverse, porque no quería mojar el piso con su ropa empapada. Kakashi volvió con una toalla de color verde aceituna y se la dio para que ella se pudiera secar. Él también tenía una toalla del mismo color, guindada alrededor de su cuello. Se había quitado la banda y se bajó la máscara.


— Aún no me acostumbro a verte sin la máscara.


 — ¿Quieres que me la suba?


— ¡No!... yo no me refería a eso. Te ves bien sin ella — ella evadió verlo a los ojos y continuó secándose.


Sakura entró al baño para cambiarse, Kakashi le prestó unos de sus uniformes para que ella pudiera lavar su ropa. Mientras esperaban, los dos se sentaron en la mesa para beber una taza de té.


La lluvia caía a cántaros afuera. Sakura tomó la taza entre sus manos y bebió un sorbo. Las mangas largas cubrían sus dedos protegiéndola del caliente vidrio. La ropa de Kakashi le quedaba bastante grande, pero era cómoda de usar. Él estaba frente a ella, con su acostumbrado pantalón y franela sin mangas cuello de tortuga.


— Espero que el día de mi fiesta no llueva— dijo la Haruno sorbiendo otro poco de té y mirando en dirección a la ventana.


— Estamos en primavera, nadie sabe cómo estará el clima, sólo nos queda esperar que haya un buen tiempo.


Mientras bebían té y hablaban Kakashi propuso hacer algo para merendar, eran alrededor de las cuatro. Juntos prepararon unos emparedados y más té. La lluvia junto a la brisa hacía un pandemónium afuera, pero ellos dos completamente imbuidos en su labor por cortar los vegetales y charlar, no se percataron de absolutamente nada. Aquella era la imagen inequívoca de dos recién enamorados. Ambos comieron y rieron al recordar su última aventura juntos en la cocina y los viejos momentos junto al equipo siete. Sin darse cuenta ya la tarde caía sobre ellos, más la tormenta no daba tregua.


— ¿Sakura te importaría si voy a enviar un reporte? —Kakashi se levantó de la silla —No me tardo, sólo lo enviaré.


Sakura negó con la cabeza y le vio irse y entrar en una puerta blanca diagonal a la entrada de la cocina. Lentamente ella despejó la mesa y comenzó a lavar los trastes. Era extraño estar ahí, en el apartamento del hombre que se le había confesado no hace más de unas horas. La relación entre ellos no era tan deleznable como para hacerla sentir una invasora o quizás una mujer fácil que iba al apartamento del primer hombre que se le confesará.  Y ella muy bien sabía que él era todo un caballero. Sin embargo, el cosquilleo en su estómago no paraba de hacerla sentirse vulnerable a cualquier acontecimiento más allá de un beso.


Mientras terminaba de lavar un estruendo de cosas cayéndose proveniente de la recamara de Kakashi llamó su atención. Sin pensarlo dos veces corrió y entró en la habitación. Un revoltijo de papeles yacía en el suelo.


— ¿Qué sucedió? ¿Esta bien?


— Lo siento si te asusté. Al abrir la ventana para enviar al águila mensajera, la brisa tiró todos mis documentos. 


Kakashi comenzó a recoger los papeles y Sakura le ayudó, mientras ayudaba ella detalló la habitación. Las paredes estaban pintadas de verde claro, la cama ocupaba un tercio del espacio, una biblioteca a la izquierda, un escritorio a la derecha, una gran ventana sobre la cabecera de la cama y en el marco de la ventana una planta. Al levantar un fajo de documentos un portarretratos boca abajo sobre el suelo le llamó la atención. Tomándolo en sus manos vio a un joven Kakashi y al cuarto Hokage, más dos personas que no logro identificar.


— El equipo Minato — dijo Kakashi parándose detrás de Sakura y viendo la foto.


— El padre de Naruto y tú, pero ¿quiénes son los otros dos?


— Obito Uchiha y Rin —una sombra nubló la mirada de Kakashi.


— ¿Uchiha? —Sakura volvió la mirada sobre su hombro y le vio inquisitiva. — ¿Tiene algo que ver tu ojo izquierdo con ese tal Obito?


Kakashi tomó el portarretratos y lo colocó sobre la repisa en la ventana a un lado del retrato del equipo 7. No dijo nada por unos minutos, luego soltó un suspiro de cansancio.


— Si quieres saber sobre mi ojo izquierdo y Obito, será mejor que nos sentemos porque tomará algo de tiempo.


Ambos terminaron sentándose en la cama, quizás por fines prácticos ya que era el lugar más cercano y cómodo al alcance. Kakashi le contó su historia haciendo pausas de tanto en tanto. Ella no dijo nada, estuvo callada sentada a su lado con las piernas recogidas. Al terminar su historia Sakura enjugó sus lágrimas, no quería llorar, pero de verdad sentía mucha pena por Obito y Rin.


— Sakura eso ocurrió hace mucho tiempo, no tienes por qué llorar — él la miró con ternura.


— Lo sé, pero, aun así, siento mucho que tu compañero muriera así — Usando las mangas largas, secó sus lágrimas.


— Él murió de manera honorable, sin embargo, yo… —bajando la cabeza dejo la frase a medias.


— Tu eres un ninja honorable. Tú no eres escoria si es lo que piensas —Atajo Sakura mirándole seriamente.


— Lo siento, no tienes por qué poner esa expresión tan seria —sonrió —. Yo ya no pienso eso. He aprendido a llevar mis demonios. Ahora sólo deseo un comienzo, algo por lo cual anhelar más de la vida.


Con el dorso de su mano acarició la mejilla de ella. Sakura cerró los ojos para sentir el tacto de él sobre su rostro. En eso sintió como la besaban en la mejilla, un corto pero dulce beso. Los labios apenas se separaron de la piel para depositar un segundo beso en su barbilla, siguiendo el mismo patrón, los labios besaron la otra mejilla. Lentamente Sakura abrió sus ojos y lo vio a tan sólo unos milímetros. Podía sentir su aliento sobre su piel. Kakashi aproximó sus labios sobre los de ella, apenas tocándose.


¿Qué era esa presión en el pecho? Aquello se sentía tan irreal, quería gritar todas aquellas emociones que se estaban amontonando en su estómago. Quería besarlo, quería abrazarlo y nunca dejarlo ir. ¿Dónde había quedado aquella relación alumna-maestro? ¿Por qué sentía que su cabeza estaba flotando, que la sangre corría por todas sus venas como lava ardiente?

Deslizando una mano por detrás de su espalda y la otra detrás de su cabeza, el jounin la beso de una manera apasionada pero no llegando a lo salvaje. Era como beber agua después de sufrir de sed. Ambos se derrumbaron de lado sobre la cama, abrazándose y besándose el uno al otro. Sakura apretó entre sus nudillos la franela de Kakashi, mientras este la besaba en el cuello.

Con cuidado Kakashi se ubicó sobre ella, podía ver su rostro matizado de rojo y esos ojos jades brillando intensamente. La quería hacer suya, ahí, en ese mismo instante, pero al mismo tiempo no quería presionarla, esto apenas comenzaba, por consiguiente, no había prisa. La beso en la frente y luego se derrumbó a su lado.


Sakura entendió que él no la presionaría a hacer nada esa noche. En el fondo lo agradeció y lo lamentó. No es que no lo desease, pero no estaba psicológicamente preparada para hacerlo. Era un paso importante en su vida, después de todo sería su primera vez. Ambos se abrazaron mientras la lluvia seguía cayendo, aunque con menor intensidad.


Sakura fue la primera en caer dormida, seguramente estaba cansada después de correr desde el país de Las Olas. Kakashi no se molestó en despertarla para cenar. Después de enviar los reportes que tenía pendiente y cenar unos de los emparedados restantes, busco la forma de acostarse junto a ella sin despertarla.


Pensar que la noche anterior un vacío era lo que se apreciaba en aquella habitación, cuanta diferencia era el tener a alguien. Sin poder contener una sonrisa el jounin apartó unas hebras de cabellos del rostro de la kunoichi. No sabía si estaba haciendo lo correcto o si esta locura iba a funcionar, pero quería intentarlo, darse una oportunidad, aunque la edad y los prejuicios se interpusieran.


Al alba del día siguiente, Kakashi despertó con Sakura entre sus brazos, retozando plácidamente.


— Bueno días, Sakura —Le susurró al oído para después darle un beso en la mejilla.


Ella abrió sus ojos perezosamente. Unos rayos de luz entraban por la ventana. Kakashi estaba a su lado, viéndola.


— Sabes, durante tu tiempo en el País de la Olas tu cumpliste diecinueves años — Kakashi aparto unos cabellos de la frente de Sakura — Quiero ser el primero en decirte Feliz cumpleaños — sonrió el hombre, la joven vio como la luz solar iluminaba aquel rostro hermoso de él.


— Gracias — Sakura sonrió de vuelta rodeándole el cuello para besarle.


 Aquel era su cumpleaños número diecinueve, uno que esperaría que fuera el primero de muchos junto al Hatake. 






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