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Capítulo 30: Decisión forzada


Me decido… Por ti…

Por Tsuki B.

 

Capítulo 30: Decisión forzada.


Entre a mi apartamento con las compras del día. Me deshice de mi calzado y coloqué las bolsas en la cocina para comenzar a guardar todo. Me prepare un café y me fui a sentar a la mesa para leer los últimos informes que recibí del hospital para retomar los exámenes E.M.N.K (Elite de Médicos Ninjas de Konoha).


Alrededor del mes de mayo fui asignada en la misión de capturar a Uchiha Itachi, vivo o muerto y debido a esto el examen se suspendió hasta nuevo aviso. Di un sorbo a mi café y mire por la ventana de la cocina, el día auguraba lluvia, eran finales de agosto así que pronto la brisa cálida sería sustituida por una gélida. Pensar que mi misión supuestamente duraría unas semanas no más de un mes si todo iba bien, pero todo no fue así. No únicamente di con Itachi sino que convertí su rehén y le ayude a recuperarse de una enfermedad mortal, me enamore perdidamente de él y termine bajo el yugo de Akatsuki, él cual literalmente me mato a mí y a muchos otros en la aldea contando mi antiguo sensei y exnovio, Hatake Kakashi.


Estar sentada en mi comedor, sin ningún asunto pendiente, o alguien persiguiéndome, o con el constante drama de ser traicionada por el hombre que me enamoré, era un tanto extraño. Se percibía como la calma antes de la tormenta.


Me levanté y me fui a baño para lavar mis dientes y prepararme para mi audiencia con Naruto en su oficina. Le pediría explicaciones sobre Itachi, con suerte me revelaría su paradero. Mientras me cambiaba con vestimenta ninja, comencé a concebir cierto enojo y tristeza. Me sentía molesta por el hecho de que Itachi me dejara sin decir nada, no obstante, quizás él no podía quedarse, Konoha lo capturaría. Aliado o no de la aldea, aun había reglas que seguir.


Una persona como él tenía tantos crímenes encima que la sentencia a cumplir duraría por lo menos esta y dos vidas más. Deje escapar un suspiro al momento de colocarme mi bandana en la cabeza. Yo fui encontrada inocente del crimen de traición por unirme a Akatsuki. Sai dio su testimonio de mi secuestro, y si me uní a la banda de asesinos fue para mantenerme viva. Describí que Itachi enviaba mensaje cifrados a Naruto, donde explicaba los movimientos de Akatsuki más no entraba en profundo detalle, porque no deseaba que la banda descubriera que había un espía. Gracias a estos la villa previno el ataque, aun así, hubo muchas perdidas, pero de no ser por Itachi habría muchas más.


El que todos lo que morimos ese día estuviéramos vivos se debía a Naruto, él nos salvó convenciendo a Nagato de desertar aquella idea de infligir dolor para hacer entender a otros que la violencia no era el camino.


Me encamine a la oficina del Hokage y mi sorpresa fue encontrarme con Kakashi dentro esperándome junto a Naruto.


— Sakura-chan, me alegre que estes mucho mejor — mi amigo sentando en su escritorio se levantó y lo bordeo para verme de cerca.


— Sí, hace ya un mes que dieron de alta.


— Lamento no haberte visitado, como ves — señalo las montañas de papeles en su escritorio —, he estado muy ocupado.


— Yo entiendo — le asegure colocando una mano en su hombro y sonriéndole. 


Kakashi se aclaró la garganta para llamar nuestra atención.


— Hola Sakura, me alegra volver a vernos tan pronto — me saludo mi antiguo sensei. Hacía dos días me fue a visitar, como lo venía haciendo las últimas semanas — Naruto es mejor apurarse, debes salir en una hora. 


— Hola, Kakashi — dije alzando la mano.


Yo no agregaba honoríficos a su nombre, no después de haber sido pareja.


— Cierto, sensei — Naruto se dirigió al escritorio y tomo un sobre para entregármelo — Sakura aquí están las indicaciones y permisos para que reanudes los exámenes E.M.N.K. Las cosas aún siguen inestables, por eso sería bueno saber con cuantos nuevos candidatos médicos contamos en nuestras filas.


Aunque Nagato ya no era la cabeza de Akatsuki, esta organización estaba lejos de ser eliminada.

El escurridizo de Tobi ahora comandaba y dirigía. Sasuke y sus esbirros le apoyaban, también Zetsu y al parecer Kabuto.


— Entiendo, hare lo mejor posible de asignar a los mejores a nuestras filas — dije mientras guardaba los papeles en mi pequeña mochila guindada en la cintura —. Naruto antes de que te vayas…— Mi amigo me calló alzando una mano.


— Sé lo que vas a preguntar, y ya he preparado todo para que le veas — me dijo algo triste — no obstante, si él decide rechazar tu visita, entenderás que no puedo forzarle.


— Sí, entiendo.


Claro que podía forzarle, pero dado que mi visita no tenía ninguna índole militar sino personal, él podía rechazarme. Cuando me iba a retirar Naruto me detuvo para darme una última noticia.


— Sakura dejare la aldea por un tiempo, Kakashi-sensei y Shikamaru se encargarán de las cosas aquí mientras no estoy — yo vi a Kakashi y luego a Naruto —. En mi viaje tengo asuntos importantes que tratar, pero también quiero pedir al Raikage que dispense la vida de Sasuke.


— ¿Qué?


— Sasuke ataco al portador del ocho colas que vive en la aldea oculta entre la neblina. Por suerte no atraparon al portador, pero ahora el Raigake exige la cabeza de Sasuke — Naruto me vio a los ojos fijamente —. Aun creo que podemos recuperar a Sasuke.


Yo mire al piso y deje escapar un suspiro, si Naruto le hubiese visto aquella vez en las catacumbas no estaría diciendo esto. Debo admitir que yo me daba por vencida, no creía en la absolución para Sasuke, pero algo en mi me impedía decir todo esto a mi amigo. Si él logro convencer a Nagato ¿por qué no convencer a Sasuke?


— Entiendo. Si sientes que es lo correcto, entonces te apoyo.


La mirada cancina de mi amigo se ilumino con mi aprobación.


Dejé el despacho y me dirigí al hospital, debía preparar todo para retomar el examen y seleccionar a los candidatos aptos para ser futuros ninjas médicos.


….


Al día siguiente me informaron que podría ir a ver a Itachi esa misma tarde o cuando lo solicitara. No perdí tiempo y me alisté para ser llevada a donde fuera que le tuvieran. Daba por hecho que le retenían en una celda, no obstante, para mi sorpresa me llevaron a las afueras de la villa hasta una pequeña residencia. Era una casa pequeña y aunque a la fachada le faltaba algo de pintura, la propiedad lucia bastante cómoda. Mientras bordeaba la vivienda me percate que había sellos en las puertas y ventanas, eran para evitar que nada saliera de ahí, además al menos cinco guardias custodiaban el perímetro.


Por orden del Hokage el ninja que me había mostrado el camino y los otros que celaban la propiedad se retiraron, dejándome en la entrada. Yo pensé en tocar, pero entonces recordé lo que Kakashi me dijo acerca de su vista. A sabiendas de que él probablemente ya se encontraba al corriente de mi visita, tome la decisión de deslizar la puerta, esta hizo un sonido sordo, deje mis zapatos en la entrada y comencé a husmear los alrededores.


El perímetro de la vivienda mostraba una forma de L, luego de la entrada, a la izquierda recorrí un corto pasillo hasta dar con el marco que daba a la sala de estar, con suelo de tatami y en medio una mesa de piernas cortas y dos cojines como asiento, esta era la primera habitación a la vista. Las paredes baldías y la ausencia de otros mobiliarios le daban un aire de soledad, mire por la única ventana del lugar en la pared izquierda, el sol brillaba fuerte afuera. Cruce la estancia y deslice otra puerta, aquí se encontraba la cocina y comedor, del lado derecho se advertía una mesa, era de patas largas con cuatro sillas de madera, y al lado izquierdo la estufa, nevera y complementos de cocina. Mire a la derecha donde se encontraba un pasillo a oscuras, en medio de este una puerta daba al baño y al final otra puerta mostraba lo que yo deduje la última habitación y recamara del lugar.


Parada en la entrada mire el fusuma hecho de papel blanco. Este me recordó mucho al fusuma de la gran casona donde Itachi me mantuvo cautiva. Que ironía de la vida que ahora era él el cautivo.

Di un respiro profundo y deslicé el fusuma. A mi izquierda, sentado sobre el futón aprecie la espalda de Itachi. El parecía ver a través de la única ventana en el lugar. Su cabello largo estaba suelto, llevaba un yukata de color negro grisáceo.


Él no se inmuto por mi presencia ahí, ni cuando me encamine para tomar asiento a su lado, quedando hombro a hombro. Gire a verle y aprecie su perfil, era como lo recordaba, de nariz con carácter, barbilla delicada, y piel impoluta. El flequillo impedía que le viera los ojos, pero evalúe que sus parpados se encontraban cerrados.


— ¿Cómo estás? — comencé preguntando lo que me tenía inquieta todo este tiempo.


— Estoy bien.


— Supe que has perdido parte de vista, usaste demasiado tu mangekyo sharingan — agaché la cabeza para ver mis manos.


— Era inevitable — sus respuestas sonaban robóticas y carente de sentimientos. Me recordaba cuando yo le buscaba para capturarlo y él era tan frio y oscuro como un abismo.


— Quizás hay alguna forma de restaurar tu vis…


— ¡No! — su cortante comentario me hizo alzar la cabeza para verle. Como pensé tenía los parpados cerrados — Esto es lo que merezco. No hay nada que restaurar.


— Hablas como si esta fuera tu penitencia — me comenzaba a molestar su actitud —. Sé en lo que estás pensando, crees que el quedarte ciego es una forma de expiar por las cosas malas que has hecho, pero no es así. Aun si pagaras con tu vida no sería suficiente, mataste a tu familia, te uniste a la banda más peligrosa de todas donde heriste y probablemente le quitaste la vida a muchos.

¿Crees que tus ojos pagaran por los daños que has causado? Ni cerca estas de purgar tus pecados, debes vivir, sano y fuerte para ayudar a la villa como lo has estado haciendo aun después de ser expulsado de esta. No conozco a alguien más egoísta y altruista que tú — unas lágrimas comenzaron a escurrir por mis mejillas —. Siempre haces todo solo. Quieres tomar todo el sufrimiento sobre tus hombros y te olvidas que existimos algunos que deseamos ayudarte.

En este punto mis lagrimas corrían libres a través de mis mejillas, estaba enojada porque él se estaba cerrando, sabía que si le dejaba me echaría de su vida. Conocía su forma de pensar, Itachi era bueno, demasiado para su propio bien, amaba a su hermano, aunque ahora ambos antagonizaran en sus ideales.


— ¿Qué pretendes actuando así? ¿por qué no me buscaste? — exigí saber, pero sus labios permanecieron sellados — Si crees que echándome de tu lado me estas salvando, entonces te aviso que no es así — Me giré en mi puesto y tomándole del hombro le obligué a encararme — Me lastimas Itachi, prometiste que me protegerías, pero me estas hiriendo. No hace mucho te confesé mis sentimientos, te dije que te amaba y no era mentira.


Agache mi cabeza y sorbí por la nariz, de verdad me sentía mal, quería que me abrazara, necesitaba sentirle cerca y saber que ambos de alguna u otra forma encontraríamos la manera de seguir juntos.


— No te perdonaré si me alejas — le amenace en un intento fútil de mantenerle a mi lado.


— Moriste… — susurro y yo alce la mirada. Su rostro estaba contraído en pena, nunca le había visto así — te prometí que te protegería… pero moriste… No sabes lo que sentí cuando me percaté de que tu corazón no latía.


— Es cierto que morí… pero volví, todos volvimos.


Él negó con la cabeza. Quería abofetearle para que entrara en razón y dejara de atormentarse, esto no es lo que deseaba. Le necesitaba y esperaba que él entendiera que no le odia, pero su propia animadversión hacía sí mismo era mayor que su amor por mí. Debía de serlo, de lo contrario no estaría teniendo esta conversación.


— Moriste porque no te deje ir cuando debía, Akatsuki puso un ojo en ti y yo en mi soberbia pensé que tenía todo calculado para que volvieras aquí. No quiero que estés conmigo, ya no hay nada que pensar, ni dudas, así debió de ser desde el momento que desperté luego de que me operaras — las cejas de Itachi se unieron en pena —. Mi codicia te ha lastimado desde el momento que ambos comenzamos andar el mismo camino — Sus manos me tomaron por los hombros — ¿No te das cuesta? No has dejado de padecer desde que me decidí por ti. — Itachi separó sus parpados. Vi como sus orbes de un brillante ónix ahora eran de un gris ceniza, sin fulgor, sin vida — te pido por favor, que respetes mi decisión de permanecer lejos de ti.







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