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Capítulo 6: Una amable realidad

Actualizado: 14 abr


En tu día, prometo jamás abandonarte.

 

Capítulo 6: Una amable realidad

 

Nada tenía sentido, ¿por qué Tsunade-sama la abrazaba? y ¿por qué los ANBU no la apresaron? Sin comprender absolutamente nada, Sakura quien llevaba aguantando se dejó caer en los brazos de su maestra, mientras lloraba sin consuelo.


— Lo siento —musito la joven —, lo siento mucho, sensei.

 

*****

El martes por la mañana de nuevo la lluvia arrasó por toda la villa. Todo el día anterior Sakura no se había atrevido a salir de su departamento.  Después de hablar con Tsunade-sama lo ocurrido con Sasuke e Itachi, ella fue despachada y desde entonces yacía bajo las sábanas escondiéndose del mundo o si empleamos un hito de sinceridad la joven estaba evadiendo la eminente realidad llamada Hatake Kakashi.


Ella rebobinaba una y otra vez lo que su antigua sensei le había narrado.


— Kakashi fue a verme el jueves por la noche. Supe que algo iba mal porque su mirada lucía cómo la de un muerto en vida. Él fue muy astuto al detener el ave mensajera que enviaste, porque de lo contrario alguien podría haber recibido el mensaje y seguramente la información se habría filtrado hasta llegar a los altos mandos. Tú sabes muy bien que cuando la información llega a ellos, yo nada puedo hacer. Para suerte tuya, Kakashi me entregó la nota y me explicó lo ocurrido. Yo tome cartas sobre el asunto: primero envié una nota a Sai y Yamato, quienes estaban en una misión ANBU, les dije que retrasaran su llegada a la villa, que yo les haría saber cuándo aparecer. Entonces envié a Kakashi detrás de ti, y le ordené vigilarte y tenerme actualizada sobre tus movimientos. Fue Kakashi quien me envió una nota sobre tu regreso. Por supuesto él se fue detrás de Sasuke e Itachi. Gracias a él yo pude coordinar la llegada de Sai y Yamato junto a la tuya, ellos dos servirán de tapadera, escribirán un informe dónde tú aparezca como ninja de refuerzo en la misión. Sakura no creas que estás librada, tendrás que pagarme con muchas horas extras de trabajo por esto.


Tsunade tomó una pequeña botella de sake que tenía a un lado y se bebió el contenido de un trago.


— Esto quedará entre nosotros cinco. Dale gracias a Sai y Yamato. —dijo Tsunade antes de hacer un amago con la mano para que Sakura se retirara — ¡Sakura! —la aludida se detuvo antes de cerrar la puerta —Sólo Kamisama sabe cuánto te aprecio, pero por favor no vuelvas a hacer una locura como esta.


La joven escondió su rostro en la almohada que estaba abrazando. No podía creer la suerte que tenía, pero todo era gracias a Kakashi-sensei, quién pensó mucho más rápido y eficiente que ella. Él sabía todo y aun así aceptó la misión de vigilarla. No quería verle a la cara, tenía miedo de enfrentarlo y advertir que aquel cálido candor cuando la veía, ya no existía.  


Nadie sabía cómo el Hatake iba a comportarse cuando ambos se volvieran a encontrar. Ella no tenía idea de la magnitud de sus sentimientos hacía él, era cómo andar a ciegas. Quizás si él actuaba indiferente Sakura no se sentiría muy dolida, eso significaría que nunca concibió sentimientos profundos hacia Kakashi. ¿Pero qué pasaría si la indiferencia de él le llegase a doler profundamente? ¿Significaba eso que ella acunaba sentimientos por él?


Esta relación con Kakashi la tenía muy confundida. No era algo directo e inequívoco como lo que sentía por Sasuke. Aquí los sentimientos iban y venían, como los movimientos de la marea en la playa. A veces una calidez la embargaba cuando estaba con él, y otras veces un arrebato la sacudía a hacer cosas sin pensar.


Quería verlo, pero por miedo a lo que él le diría o haría la mantenía debajo de sus sábanas. Era una cobarde, únicamente estaba retrasando lo inevitable.


— Soy de lo peor —se dijo antes de cubrir su cabeza y volverse un ovillo sobre la cama.


Un par de minutos más tarde alguien tocó a la puerta. Sakura se sentó de golpe por el susto, quizás era él quién tocaba. De nuevo volvieron a tocar la puerta.


— ¿Sakura estás ahí? Soy Ino — se escuchó del otro lado.


La aludida permaneció sentada sin decir nada. No tenía ganas de lidiar con su amiga, era cierto que en los últimos días Sakura no se había portado bien con ella, pero tantas emociones simplemente vaciaron todas sus ganas de socializar.


— Lo siento Ino —se disculpó Sakura internamente.


Unos minutos más tarde la rubia dio marcha atrás. Era obvio que algo andaba mal con Sakura y estaba reacia a no contárselo. Ino dejó escapar un suspiro, le daría unos días antes de volver al ataque y sonsacarle hasta la última gota de información.


— ¡Ya verás frentona! No te librarás de mí tan fácilmente.


Sakura se dejó caer de brazos abiertos sobre la cama. El huracán Yamanaka había pasado y por suerte esta vez ella salió ilesa, pero sí conocía bien a su amiga, esto era sólo el ojo del huracán.

Al medio día Sakura decidió salir de la cama. Necesitaba darse un baño y comer algo. El refrigerador no contaba con nada, únicamente un jugo de naranja el cual le recordó a Kakashi. Esta situación la tenía de los nervios. Quería que todo volviera a como estaba antes. Era verdad que por años había ansiado que Sasuke apareciera, y así fue, su anhelado sueño se hizo realidad.

¿Pero a qué precio? Lo que sea que estuviera naciendo entre su antiguo sensei y ella, estaba hecho escombros.


Hundida en depresión la joven se preparó una taza de café y se sentó en la cocina a ver por la ventana ubicada sobre el lavaplatos como las primeras gotas de agua comenzaban a caer. Había escuchado que un tifón arrasó los últimos días las costas del país, pero al parecer otro tifón volvía a azotar contra los pobres aldeanos que vivían en aquella zona.


Apoyando una mano sobre la mesa, Haruno se levantó de la silla y arrastrando los pies, se fue a su habitación para cerrar la ventana y evitar que el agua entrara. Las cortinas estaban sin correr, pero aun así ella logró distinguir el contorno de una persona al otro lado. Su corazón dio un brinco que le causó una punzada en el pecho. Era obvio quién estaba afuera, pero aun así ella no se atrevió a decir nada, estaba paralizada en medio de su habitación. Del otro lado el aludido tocó el marco de la ventana con los nudillos. Él sabía que ella ya se había percatado de su presencia, sin embargo, no deseaba importunar con una visita indeseada.


Lentamente las cortinas se abrieron. Sakura se las había arreglado para poner sus sentimientos y mente en orden, ella le vio y tratando de sonar lo más natural dijo:


— ¿Cómo va estando todo? —Sakura se corrigió de inmediato — Disculpe, ¿Cómo ha estado? 

  

— ¡Hola Sakura! — Respondió él al unísono.


Ambos permanecieron en silencio evitando interrumpir al otro. Nadie dijo nada y entonces Sakura se percató de que él se estaba empapando.


— ¡Oh no! Debería pasar, se está mojando.


Adentro la joven le extendió una toalla al jounin para que se secara el cabello y rostro. Una tensión se alzó hasta dar paso a un silencio insoportable.


— ¿Le gustaría una taza de café?


— Por esta vez paso.


Sakura no sabía qué más decir. No obstante, él no le confería un aura hostil cómo había estado especulando toda la mañana. Más bien parecía distraído, como si su mente estuviera en otro sitio.


— Sakura, la verdad es que vine a cerciorarme si te encontrabas bien. —Kakashi le vio a los ojos con un dejo de melancolía — Seguramente la Hokage te explicó lo ocurrido. — llevándose una mano por detrás de la cabeza, continuó: — Yo no debería de decir esto, pues es información confidencial, pero estuve observando cuando Itachi te domino con su genjutsu y reconozco que quería ayudarte hasta el punto que casi me dejo descubrir.


— ¿Y qué lo hizo contenerse?


— Itachi te tomó en sus brazos. Era obvio que no quería lastimarte.


Sakura miró al suelo un instante. Recordó las palabras del Uchiha mayor, pidiéndole el favor de cuidar de Sasuke. Itachi resultó ser una persona muy bondadosa, tanto así que el mero hecho de recordarlo le dibujaba una sonrisa en el rostro de la joven.


— Lo siento.


Sakura alzó el rostro para verle. ¿Por qué se disculpaba? Él no tenía la culpa de nada, no había hecho más que lo correcto. De repente un vacío de culpa la invadió.


— Soy yo quien debe disculparse. Me fui de la villa sin decirle a nadie, preocupe a muchas personas y seguramente le decepcione — dijo ella.


— Estaba enojado. — confesó Kakashi — No estaba seguro de qué hacer. Mi deber sobre mis sentimientos me nubló por un instante, pensé que Sasuke no debería estar aquí. Admito que me sentí decepcionado, estaba amargado.


Lo que él no le terminó de revelar es que la razón tras todo ese enojo eran los celos. Sentía envidia de que ella aceptara ir con Sasuke sin ofrecer más resistencia, pero durante los últimos días se dio cuenta que sin importar cuánto Sakura se resistiera, Kakashi nunca hubiese estado satisfecho, porque la verdad era que el Hatake estaba celoso de los sentimientos que ella confería hacia Sasuke.  


— Por favor no se disculpe. —Sakura se acercó a él y tomó una de sus manos — Soy de lo peor. Estuve evadiéndolo por temor a su reacción. Yo pensé que me ignoraría, pero no fue así. — Ella le atisbó a la cara — No merezco tanta generosidad. No después de irme de tal manera. Mucho menos después de decepcionarlo.


— Creo que no te das crédito suficiente Sakura. Eres una joven inteligente y amable. Ayudas a todos y te preocupas más de lo debido. — con su mano libre, Kakashi acuno la mejilla de Sakura — Yo jamás te censuraría con indiferencia.


Kakashi sonrió quedamente con los ojos cerrados. Sakura también cerró los párpados y se dejó llevar por la caricia. La impresión de estar levitando la rodea, era una sensación relajante. De pronto ella se percató de lo cansada que estaba, todo el estrés de los pasados días la golpearon de tal forma que, al separar los párpados, observó como Kakashi le advertía con expresión preocupada.   


— ¿Te sientes bien?


— Sólo estoy cansada.


El jounin la tomó por la espalda baja y la acompañó hasta la cama para que ella pudiera descansar. Una subida de adrenalina hizo que todo el cuerpo de la kunoichi se acalorada debido al contacto.


— No quiero dormirme. Yo me encuen…


Sin dejarla terminar, Kakashi la silenció colocando un dedo sobre sus labios.


— Será mejor que descanses, Sakura.


Debajo de las sabanas Sakura se dejó llevar por los mimos de Kakashi a su cabello y cabeza. Todo aquello era tan cómodo. Se sentía en un sueño, que lentamente se estaba volviendo realidad.

 

*****

Al siguiente día Sakura y Kakashi fueron llamados por separado para realizar una misión. La Hokage necesitaba de ambos shinobi para diversas misiones que acaban de solicitar.


Una de las encomiendas era escoltar a un pintor muy reconocido, que estaba siendo amenazado por ninjas de la aldea oculta entre las nubes. Esa misión fue para Kakashi, debía llevar sano y salvo al pintor hasta la aldea oculta entre la hierba. Por su veterana experiencia en persecución y rastreo, el Hatake era el perfecto para evadir a los shinobi de las nubes. Tsunade no dudó en conferir esa responsabilidad al hijo del legendario Colmillo Blanco de Konoha. 


La otra encomienda se basaba en proteger a los enfermos del país de las olas, que habían caído en desgracias. Un huracán arremetió con fuertes vientos a la pobre zona costera, y el hospital junto a decenas de hogares terminaron barridos. La misión fue entregada a Sakura, su deber se trataba en ayudar y atender a los enfermos, mientras los constructores del país alzaban un nuevo hospital.

La primera misión no tomaría más de dos a tres días si todo marchaba según lo planeado. La segunda, tardaría a lo sumo y dando crédito a los famosos constructores del país de las olas, poco menos de dos semanas, de modo que, el cumpleaños de la kunoichi sería aplazado hasta que volviera. Sí, la fiesta no se había cancelado porque nadie debía de enterarse sobre lo ocurrido con Sakura y su huida con Sasuke. Por consiguiente, todo debía de seguir su curso natural.


Las cosas para el jounin marcharon como la seda, el pintor muy agradecido y contento, llegó a tiempo para entregar sus obras al señor feudal de la aldea oculta entre la hierba.  La misión resultó un completo éxito. Kakashi llegó el viernes en la madrugada. Tsunade-sama le encargó algunas labores dentro de la aldea, de la cuales el noventa por ciento tenía que ver con papeleo.


La Hokage se quejaba de que los nuevos reclutas no hacían bien el trabajo de papeleo, y eso le causaba retrasos a ella. No era un secreto que para Tsunade-sama la faena de leer y sellar, le resultaba tan molesto como el no poder darse un trago de sake mientras yacía en la oficina. 

La primera semana transcurrió monótona y eterna para el pobre hombre de melena plata. El papeleo lo llevaba tan ocupado que ni tiempo había tenido para leer su amado Icha Icha. Prefería las misiones suicidas, que seguir nadando en ensayos y reportes.  


En una ocasión cuando fue a entregarle a la Hokage los informes que llevaba pendiente, le preguntó por Sakura, como ya sólo faltaba una semana para celebrar su cumpleaños, a Kakashi le preocupa algún incidente de último minuto, o eso fue lo que le dijo a su superiora, porque en el fondo sentía la necesidad de saber por su antigua alumna.


— Aparentemente todo va bien con la construcción. Si nada la retrasa ella debería de llegar en menos de una semana. — Contestó la mujer, mientras enlazaba los dedos por delante de su rostro — de igual manera mantente alerta, porque tú serás quien vaya si Sakura presenta algún percance. 


— ¡Como diga, Hokage-sama! —accedió el hombre, dispuesto a ir en ese instante si se lo ordenaban, es más, había pensado en solicitar ser él quien fuera por Sakura, si la mujer no se lo hubiese propuesto.


Unos días después una carta llego a las manos de Kakashi, era de Sakura contándole brevemente que se encontraba bien pero había aún mucho que hacer, Tsudade-sama estaba informada de los detalles, la joven rezaba para que el nuevo hospital estuviera listo a tiempo, al final de la nota antes de despedirse ella agrego que extrañaba hablar con él. El jounin no pudo evitar sonreír, aquella niña inocente había crecido al punto de hacerle sentir un vértigo en la base de su estómago.


 A tan sólo tres días para la celebración, Kakashi apareció en el despacho de la mayor autoridad militar en Konoha. Era cerca del mediodía y un viento enfurecido batía los árboles en toda la villa, pero la mujer de cabellera rubia y ojos cafés detrás del escritorio no prestaba atención al clima porque algo más la llevaba intranquila.


— Kakashi, Sakura no me ha enviado un informe sobre su hora de regreso, ve al país de las olas y averigua qué ocurrió con ella. —Alzándose, le dio la espalda a su subordinado para fijarla en el ventanal que daba a la villa —. Infórmame una vez hayas dado con ella —. Su voz se volvió sosegada. Un trasfondo de preocupación tapizaba sus últimas palabras.


El Hatake entendía a la perfección los sentimientos de Tsunade. Ella había sido la maestra de Sakura, al igual que él, ambos compartían la misma intranquilidad por la ignorancia sobre el bienestar físico de su antigua alumna. Sin sumar lo ocurrido tan sólo unas semanas atrás.

Para cuando el jounin se disponía a irse, alguien tocó la puerta, ambos, tanto la mujer como el hombre voltearon hacía la entrada. La Hokage dio su aprobación para entrar.


Una joven de corto cabello rosa y grandes ojos jades, camino hasta el interior de la oficina. La recién llegada miró al hombre de cabellos plata, no esperaba ver a su antiguo sensei. Él también la oteó y un sopor de tranquilidad lo abordó, estaba feliz de verla sana.


—Sakura, ¿por qué no me avisaste de que ya venías en camino? —Quién interrumpió el choque de miradas fue la mayor autoridad en la villa.


—Discúlpeme, Tsunade-sama, — La joven caminó hasta quedar frente al buró — estuve ayudando a todos, hubo algunos problemas en la construcción y eso nos tuvo aún más ocupados, pero al final todo salió bien. Pensé en enviar un águila, pero el clima del país de las olas está muy borrascoso, el huracán fue realmente fuerte y los altos vientos siguen asediando a la zona costera. —explicó algo abatida. Había corrido sin parar.


—Ya veo —Tsunade-sama se acomodó en su silla—. Kakashi ya iba a ir hasta el país de las olas.

Sakura se giró para ver al aludido, quien yacía con las manos en los bolsillos, observándola. Ella sonrió quedamente, él le devolvió el gesto.


—Bueno, ya que estás de vuelta, puedo quedarme tranquila. Te sugiero que descanses porque en tres días será tu fiesta —La mujer comenzó a leer unos papeles.


—Sí, lo haré.


Sakura salió del despacho, pero antes le echó un vistazo al jounin, como diciéndole que le alcanzara.


—También puedes retirarte, Kakashi —dijo Tsunade-sama sin apartar la vista de los papeles.

—Sí, como diga —Silenciosamente, el hombre partió.


A mitad de las escaleras que daban a la salida del edificio, Sakura de espaldas a la pared esperaba al Hatake.


—Tiempo sin vernos —dijo Kakashi.


—Sí —Ella miraba el suelo, su expresión era cohibida como si estuviera nerviosa.


Él la observó un momento con detenimiento. Su ropa estaba algo ruñida, su calzado cubierto de fango y sus ropas empapadas, al parecer se había esforzado más de lo debido.


—Por lo visto, te recorriste todo el trayecto de vuelta sin detenerte —aseveró.

Haruno levantó la cara.


— ¿Cómo lo sabe?


— Sakura, he estado en éste mundo de ninjas mucho antes de que tú nacieras. — apostilló, encogiéndose de hombros — Reconozco algunas señales. — Punteó la ropa y calza de su interlocutora — Deberías ir a tu casa y descansar, como te sugirió la Hokage.


—Pero… — la mirada de Sakura se clavó en la de Kakashi. Ella no quería ir a su casa, no ahora.

Deseaba estar un momento más con su antiguo sensei, lo había estado meditando durante la misión, la kunoichi no paraba de pensar en el jounin, tanto así que decidió escribirle una carta con la esperanza de que él le contestara, pero la respuesta nunca llego.


— Le envié una carta, ¿la recibió?


—Sí. Gracias por ello, fue un alivio saber que te encontrabas bien.


—¿Por qué no me respondió?


El jounin se inmuto al escuchar la interrogante. La verdad era que no lo pensó, pero como si le golpearan en la cabeza comprendió que así como él deseaba saber sobre ella, probablemente Sakura anhelaba leer sobre Kakashi.


—Lo lamento, debí hacerlo. Tu carta me alegro mucho, pero siendo honesto no me paso por la cabeza enviarte una respuesta, quizás de cierta forma pensé que seria impertinente dado que estaba muy ocupada.


— Entiendo, pero como disculpa deberá compartir su tiempo de esta tarde conmigo — Ella le veía con ojos suplicantes.


Un deseo que desconocía, causo que la llama en su interior, aquella que tan decididamente había mantenido sosegada, ardiera. ¿Qué tenía ella para romper sin esfuerzo sus defensas?

—Sakura, deberías… —dejó a medias, tenía que convencerla de irse, pero, ¿por qué no podía? ¿Por qué le resultaba tan titánico el esfuerzo? —. Si no quieres ir a tu casa entonces, ¿qué quieres hacer? —Terminó rindiéndose.


—Sí quiero ir a mi casa, me gustaría asearme, pero… —Desviando la mirada, prosiguió: — No quiero estar sola el resto del día.


El jounin suspiró.


—“¿Entonces era eso?” — pensó — Ya veo —sonrió con bonanza— ¿Qué te parece si vas a tu casa y en una hora nos vemos en Ichiraku? Imagino que no has desayunado.


Emocionada por la idea, Sakura volvió a verle. En su expresión se dibujaba una sonrisa limpia. Él la oteó con cariño, ¿cómo era posible que el hecho de llevarla a desayunar le causara tanta felicidad? y ¿cómo era posible que el verla tan feliz, lo colmara de tanta nostalgia?


Las cosas parecían estar tomando su inicial cause. Esa repentina partida marcó un avance gigante en los pensamientos de ambos.  En tan corto tiempo los sentimientos de profesor y alumna comenzaban a sufrir una metamorfosis. Era como si el destino mismo los hubiese mezclado en el pasado, para que ahora, en el presente el hecho de conocerse y de saber uno sobre el otro, se convirtiera en el lazo que los atara con el propósito de profundizar en algo más allá que una simple amistad.


Kakashi le vio irse a toda prisa con el torso girado para despedirse y la mano extendida. Unos rayos de sol se hicieron paso entre las nubes y uno acabó cayendo sobre ella, bañándola con un resplandor dorado, haciendo fulgurar en la lejanía sus brillantes y puros ojos jades.


La sonrisa que sostenía el hombre mientras la joven se alejaba se desvaneció al no verla. Estaba mal, era incorrecto hacer lo que estaba haciendo, se dijo en silencio. Caminaba por las calles con las manos en los bolsillos y la mirada perdida, en su fuero se enfrentaban la moral y el deseo. Por una parte, el hecho de llevarle tantos años a Sakura y no con ello de haber sido su sensei lo frustraba, diciéndose que no era correcto sucumbir a los deseos de ella, pero por otro lado estaba esa mecha, que ahora ardía en su pecho y le nublaba el juicio derribando cualquier atalaya que hubiese erigido. Además, estaba metiéndose en algo que podría terminar lastimándolos. Rememorar el hecho de verla irse con Sasuke y aquel dolor en su pecho, le causaba escalofríos.


Estaba claro que algo debía hacer con sus sentimientos. Necesitaba tomar una decisión: seguir adelante o detener toda ésta locura. Para ello contaba con un par de horas. 


 




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